Viviré este día como si fuera el último de mi existencia.
¿Y qué haré con este último día de valor incalculable que me queda? Primero sellaré el
contenido de la vida de manera que ni una gota se derrame sobre la arena. No perderé ni un
momento siquiera en lamentarme por las desgracias del ayer, las derrotas del ayer, los
sufrimientos del ayer, pues ¿por qué debo desperdiciar en lo malo lo que es bueno?
¿Puede la arena deslizarse hacia arriba en el reloj? ¿Saldrá el sol donde se pone y se pondrá
donde sale? ¿Puedo vivir de nuevo los errores de ayer y corregirlos? ¿Puedo hacer que
retornen las heridas del ayer y sanarlas? ¿Puedo volverme más joven que ayer? ¿Puedo
desdecirme del mal que he hablado, anular los golpes que he asestado, el dolor que he
provocado? No, el ayer ha quedado sepultado para siempre y no pensaré más en él.
Viviré este día como si fuera el último día de mi existencia.
¿Y qué haré entonces? Olvidándome del ayer, no pensaré tampoco en el mañana. ¿Por qué
arrojaré el ahora detrás del quizá? ¿Puede la arena del mañana correr por el reloj antes que la
de hoy? ¿Nacerá el sol dos veces esta mañana? ¿Puedo realizar las tareas del mañana
mientras me hallo en la senda del hoy? ¿Puedo poner el oro del mañana en la bolsa del hoy?
¿Puede el niño del mañana nacer hoy? ¿Puede la muerte que se producirá mañana proyectar
hacia atrás su sombra y oscurecer el gozo de hoy? ¿Debo preocuparme de acontecimientos
que quizá nunca contemple? ¿Debo atormentarme con problemas que tal vez nunca ocurran?
!No¡ El mañana yace sepultado con el ayer, y no pensaré más en él.
Viviré este día como si fuera el último de mi existencia.
Este día es todo lo que tengo, y estos momentos son ahora mi eternidad. Saludo este
amanecer con exclamaciones de gozo, como a un preso al que se le conmuta la sentencia de
muerte. Elevo mis brazos con agradecimiento por este don inapreciable de un nuevo día. Así
también me golpearé el pecho con gratitud al considerar a todos los que saludaron la salida
del sol del ayer y que hoy no figuran entre los vivos. Soy en realidad un hombre afortunado,
y las horas de hoy constituyen algo extra, inmerecido. ¿Porqué se me ha permitido vivir este
día extra, cuando otros, mucho mejores que yo, han muerto? ¿Será acaso que han cumplido
su propósito mientras que el mío está inconcluso? ¿Es esta otra oportunidad de convertirme
en el hombre que yo sé que puedo ser? ¿Existe un propósito de la naturaleza? ¿Es este mi
día para distinguirme?
Viviré este día como si fuera el último de mi existencia.
Tengo tan solo una vida, y la vida nada es sino una medida de tiempo. Cuando malgasto una
destruyo al otro. Si malgasto el hoy destruyo la última página de mi vida. Por lo tanto,
trataré con ternura y afecto cada hora, porque no retornarán jamás. No puede conservarse
hoy para ser usado mañana, ¿quién puede atrapar el viento? Asiré con ambas manos cada
minuto de este día y lo acariciaré con afecto puesto que su valor es incalculable. ¿Qué
hombre moribundo puede comprar el hálito de otro aunque esté dispuesto a dar por él todo
su oro? ¿Qué valor asignaré a las horas que me quedan? Las consideraré inapreciables.
Viviré este día como si fuera el último de mi existencia.
Eludiré con ahínco a todo aquello que mata el tiempo. A la indecisión destruiré con la
acción; sepultaré las dudas bajo la fe; el temor destruiré con la confianza. No escucharé los
labios ociosos; no me quedaré donde hay manos ociosas; a personas ociosas no visitaré. De
aquí en adelante sabré que el cortejar la ociosidad equivale a robar alimentos, ropas y calor
de aquellos a quienes amamos. No soy ladrón. Soy un hombre que siente cariño en su
corazón y hoy es la última oportunidad de demostrar mi cariño y mi grandeza.
Viviré este día como si fuera el último de mi existencia.
Los deberes de hoy cumpliré hoy. Hoy acariciaré a mis hijos mientras son niños aún; mañana
se habrán ido, y yo también. Hoy abrazaré a mi mujer y la besaré dulcemente; mañana ya no
estará ni yo tampoco; hoy le prestaré ayuda al amigo necesitado; mañana ya no clamará
pidiendo ayuda, ni tampoco yo podré oír su clamor. Hoy me sacrificaré y me consagraré al
trabajo; mañana no tendré nada que dar, y no habrá nada que recibir.
Viviré este día como si fuera el último de mi existencia.
Y si es mi último día, será mi monumento más grande. Este día haré el mejor de mi vida.
Este día aprovecharé los minutos hasta su máximo. Lo saborearé y daré gracias.
Aprovecharé todas las horas y canjearé los minutos solamente por algo de valor. Trabajaré
con más ahínco que nunca y exigiré a mis músculos hasta que pidan el alivio, y aún así
continuaré. Haré más visitas que nunca. Venderé más mercancías que nunca. Ganaré más
oro que nunca. Cada minuto de hoy será más fructífero y fecundo que las horas de ayer. Mi
último día deberá ser mi mejor día.
Viviré este día como si fuera el último de mi existencia.
Y si no lo es, caeré de rodillas y daré gracias.
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