La ley de atracción es esencial para la comprensión de la condición humana y afirma que eres un imán viviente. De forma inevitable atraes hacia el círculo de tu vida a aquellas personas y situaciones que estén en armonía con tus pensamientos dominantes. Las almas gemelas se atraen. Los pájaros del mismo plumaje van juntos en bandadas. Todo lo que en tu vida hayas atraido hacia ti, lo has hecho por la clase de persona que eres y especialmente por tu forma de pensar.
Tus amigos, tu familia, tus relaciones, tu trabajo, tus problemas y tus oportunidades han sido atraídos hacia ti por tu modo habitual de pensar en cada una de estas áreas.
Tenemos un ejemplo de esto en música llamado el principio de resonancia simpática. Si se colocan dos pianos separados en una habitación grande y se golpea en uno de ellos la nota «do», se puede ir seguidamente hacia el otro piano para observar que en él la cuerda correspondiente a la nota «do» está vibrando con idéntica intensidad que la cuerda hermana del primer piano. Pues bien, según este mismo principio, tú tiendes a conocer y relacionarte con gente y situaciones que vibran en armonía con los pensamientos y sentimientos que te dominan.
Si miras cada uno de los aspectos de tu vida, tanto positivos como negativos, te darás cuenta de que todo tu mundo está fabricado por ti y que, cuanta más carga emocional pongas en un pensamiento, más grande será la intensidad de la vibración y más rápidamente atraerás hacia tu vida a gente y situaciones que sean afines a dicho pensamiento.
Esta ley siempre está actuando a tu alrededor. No tienes nada más que pensar en un amigo o en una amiga y lo más probable es que el teléfono esté sonando con él o ella al otro lado de la línea. Decides hacer algo e inmediatamente después comienzan a llegarte ideas nuevas y ayudas. Eres como un imán atrayendo limaduras de hierro.
Mucha gente se retrae porque no sabe cómo trasladarse desde donde se encuentra hasta donde quiere ir. Con la ley de atracción, sin embargo, no es necesario tener todas las contestaciones antes de comenzar. Siempre que tengas claro lo que quieres y con la clase de gente que te conviene asociarte, terminarás arrastrándola dentro de tu vida.
Tus pensamientos constituyen una forma de energía que vibra a una velocidad determinada en función del nivel de intensidad emocional que acompañe al pensamiento. Cuanto más excitado o temeroso estés, más rápidamente tus pensamientos irradiarán de ti y atraerán hacia tu vida personas y situaciones afines.
La gente feliz y alegre parece que atrae a otra gente alegre y feliz. La persona que posea conciencia de prosperidad parece que encuentra ideas y oportunidades para hacer dinero. La ley de atracción actúa en todas partes y en todo momento.
Puedes tener más, ser más y hacer más porque puedes cambiar como persona. Puedes cambiar tus pensamientos dominantes por medio de un riguroso ejercicio mental. Puedes autodisciplinarte enfocando tus pensamientos hacia lo que te interese y rehusando pensar sobre lo que no te convenga.
De la persona que utiliza la ley de atracción de un modo positivo se dice que tiene suerte. Ésta es sin duda otra manera de intentar explicar por qué tantas buenas cosas y tanta gente provechosa se ven acogidas en el seno de la vida de aquellos que tienen muy claras sus metas y son perennemente optimistas sobre su consecución.
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